VIERNES SANTO: VIA CRUCIS

La noche ha pasado… y hemos dejado atrás, en aquella noche, a Jesús sólo en el huerto de Getsemaní. Fue una noche, sobre todo, en la que Jesús experimentó que, en ocasiones, no todos responden del mismo modo ante la entrega demostrada: carreras, huídas, negaciones, traiciones… también las nuestras.

Hoy, Viernes Santo, queremos dar un paso más… y vamos a unirnos a los últimos pasos de Jesús con el rezo del Viacrucis, del recuerdo y actualización de las últimas escenas. El Viernes Santo nos habla de dolor, pero, sobre todo, de una entrega sin medida, de un amor sin condiciones, de que por encima de nuestras limitaciones se encuentra Él, dándose, amándonos, entregándose. Nosotros, como Pedro la noche pasada, hoy volvemos a decirle a Jesús que le seguiremos donde vaya… donde sea… como sea… 


VIA CRUCIS:

- 1º estación, Jesús es condenado a muerte: Señor, has sido condenado a muerte porque el miedo al «qué dirán» ha sofocado la voz de la conciencia. Cuántas veces hemos preferido también nosotros el éxito, a la verdad. Míranos como lo hiciste con Pedro después de la negación. Que tu mirada penetre en nuestras almas y nos indique el camino en nuestra vida. Danos también a nosotros de nuevo la gracia de la conversión. 

- 2º estación, Jesús carga con la cruz a cuestas: Señor, te has dejado ultrajar. Ayúdanos a no unirnos a los que se burlan de quienes sufren o son débiles. Danos fuerza para aceptar la cruz, sin rechazarla. Anímanos a recorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias, alcanzar la verdadera alegría. 

- 3º estación, Jesús cae bajo el peso de la cruz: Señor Jesús, el peso de la cruz te ha hecho caer. El peso de nuestro pecado, el peso de nuestra soberbia, te derriba. Pero tu caída no es signo de un destino adverso, no es la pura y simple debilidad de quien es despreciado. Has querido venir a socorrernos porque a causa de nuestra soberbia yacemos en tierra... Ayúdanos a renunciar a nuestra soberbia destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo. 

- 4º estación, Jesús se encuentra con su madre: Santa María, Madre del Señor, has permanecido fiel cuando los discípulos huyeron. Al igual que creíste cuando el ángel te anunció lo que parecía increíble ˆque serías la madre del Altísimoˆ también has creído en
el momento de su mayor humillación. Por eso, en la hora de la cruz, en la hora de la noche más oscura del mundo, te han convertido en la Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia. Te rogamos que nos enseñes a creer. 

- 5º estación, El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz: Señor, a Simón de Cirene le has abierto los ojos y el corazón, dándole, al compartir la cruz, la gracia de la fe. Ayúdanos a socorrer a nuestro prójimo que sufre, aunque esto contraste con nuestros proyectos y nuestras simpatías. 

- 6º estación, La verónica enjuga el rostro de Jesús: Danos, Señor, la inquietud del corazón que busca tu rostro. Protégenos de la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas. Danos la sencillez y la pureza que nos permiten ver tu presencia en el  mundo. 

- 7º estación, Jesús cae por segunda vez: Señor Jesucristo, has llevado nuestro peso y continúas llevándolo. Es nuestra carga la que te hace caer. Pero levántanos tú, porque solos no podemos reincorporarnos... En lugar de un corazón de piedra danos de nuevo un corazón de carne, un corazón capaz de ver…No permitas que el muro del materialismo llegue a ser insuperable. Haz que te reconozcamos de nuevo.

- 8º estación, Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén: Señor, …Nos muestras la gravedad de nuestra responsabilidad, el peligro de encontrarnos culpables y estériles en el Juicio Final. Haz que caminemos junto a ti; …no permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verdadera, y que produzcamos frutos para la vida eterna.

- 9º estación, Jesús cae por tercera vez: Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos.

- 10º estación, Jesús es despojado de sus vestiduras: Señor Jesús, has sido despojado de tus vestiduras, expuesto a la deshonra, expulsado de la sociedad. Te has cargado de la deshonra de Adán, sanándolo. Es así como das significado a lo que aparece privado de significado. Es así como nos haces reconocer que tu Padre te tiene en sus manos, a ti, a nosotros y al mundo. Danos el traje de la luz de tu gracia.

- 11º estación, Jesús es clavado en la cruz: Señor Jesucristo, te has dejado clavar en la cruz... Te has dejado clavar, has sufrido sin evasivas ni compromisos. Ayúdanos a no desertar ante lo que debemos hacer. A unirnos estrechamente a ti. A desenmascarar la falsa libertad que nos quiere alejar de ti.

- 12º estación, Jesús muere en la cruz: Señor Jesucristo, constantemente estás siendo clavado en la cruz. En este momento histórico vivimos en la oscuridad de Dios. Por el gran sufrimiento, y por la maldad de los hombres, el rostro de Dios, tu rostro, aparece difuminado, irreconocible. Pero en la cruz te has hecho reconocer. .. En esta hora de oscuridad y turbación, ayúdanos a reconocer tu rostro. A creer en ti y a seguirte en el momento de la necesidad y de las tinieblas. Muéstrate de nuevo al mundo en esta hora.

- 13º estación, Jesús es bajado de la cruz: Señor, has bajado hasta la oscuridad de la muerte…Haz que en la hora de la oscuridad reconozcamos que tú estás presente. No nos dejes solos cuando nos aceche el desánimo. Y ayúdanos a no dejarte solo. Danos una fidelidad que resista en el extravío y un amor que te acoja en el momento de tu necesidad más extrema, como tu Madre, que te arropa de nuevo en su seno.

- 14º estación, Jesús es puesto en el sepulcro: Señor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro has hecho tuya la muerte del grano de trigo, te has hecho el grano de trigo que muere y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad. Desde el sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de trigo del que procede el pan de vida en el cual te ofreces a ti mismo. Ayúdanos a amar cada vez más tu misterio eucarístico y a venerarlo, a vivir verdaderamente de ti, Pan del cielo.