VIERNES SANTO

Cuando nos damos cuenta de que perdemos a una persona, que se marcha de nuestra vida, a veces nos entran ganas de estar más tiempo a su lado, hablar más, compartir más... en definitiva, aprovechar más los últimos momentos. Jesús todavía está entre nosotros. Es la hora del mayor sufrimiento...

Quizá la tentación sería quedarnos ahí, lamentándonos por esta persona tan importante que sabemos que vamos a perder. De todas formas... ¿qué podemos hacer nosotros ahora?

Hoy muere. Al amanecer del viernes, le juzgan. Tiene sueño, frío, le han dado golpes. Deciden condenarle y lo llevan a Pilatos. Judas, desesperado, no supo volver con la Virgen y pedir perdón, y se ahorcó. Los judíos prefirieron a Barrabás. Pilatos se lava las manos y manda crucificar a Jesús. Antes, ordenó que le azotaran. La Virgen está delante mientras le abren la piel a pedazos con el látigo. Después, le colocan una corona de espinas y se burlan de Él. Jesús recorre Jerusalén con la Cruz. Al subir al Calvado se encuentra con su Madre. Simón le ayuda a llevar la Cruz. Alrededor de las doce del mediodía, le crucificaron....

Hoy, mientras Jesús carga con su cruz, es hora de ver qué hacemos nosotros con la nuestra.

Haz una pequeña cruz, que tengas cerca. Para muchas personas en el mundo esa cruz es una gran losa…y puede que para algunos lo sea también. Jesús carga hoy con nuestras cruces. Quiere que caminemos a su lado y que estemos bien atentos, para que entendamos cómo se sintió, cómo se sienten otros cuando pasan por lo que él pasó y por qué a veces te sientes tú así. Y también, que aceptemos su complicidad en todo lo que le ocurre. Porque ahí esta la clave que hoy quiere mostrarnos. No nos echa nada en cara, no nos acusa con sus palabras ni con sus miradas..., así que no nos echemos a nosotros mismos nada en cara, ni nos acusemos con pensamientos. Quiere que sepamos que nosotros también participamos en el peso de su cruz.