Con el corazón en el domingo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán. Entonces, verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.»

Adviento pasa por dentro. El nacimiento del Hijo del Hombre, se hace Belén en la cueva de nuestro corazón: allí donde cada uno lucha por vivir como hombre, como hombre integral, transcendente, total. Es un hombre que debe mantenerse en pie, a pesar del cansancio, con la mente despierta, a pesar del embotamiento del vicio, de las diarias preocupaciones y del dinero. Un hombre que no puede dejar, de sentirse llamado a ser un hombre nuevo. Que con el resultado de una profunda experiencia humana y trascendente que tenemos escondida dentro de cada uno, puede hacer que emerja con fuerza en nosotros y en la historia, una tierra de paz y justicia.

Hay signos de esperanza, aunque no es nada fácil mantener encendida esta estrella, en medio del escepticismo de nuestros días. Lo importante parece que es vivir hoy, no importa el mañana y esos lejanos días que anuncian los profetas y los soñadores de un mundo mejor. Por eso, en el hoy es el momento oportuno de dar razón de nuestra esperanza. Como hombres creyentes debemos de penetrar la oscuridad y convertirnos en profetas de la esperanza. Un gran servicio de los cristianos y de nuestras comunidades a nuestra sociedad, podría ir en esta dirección: penetrar con los ojos de la fe la oscuridad y ayudar a discernir los signos de vida y esperanza. Ser lugares de curación de las heridas de los hombres, que ayuden a crear una atmósfera de compasión y misericordia.

Tenemos que ser Adviento para el mundo actual, es decir, signos de esperanza en nuestras casas, comunidades, en la Iglesia y en la sociedad.  Estemos vigilantes, para descubrir los signos de la venida de Jesús en la vida, Él viene cuando quiere, por eso hay que velar. Debemos detenernos, entrar en el Adviento, es nuestro tiempo. Es el tiempo del hombre, el tiempo del nacimiento del Hijo del Hombre.