OCTUBRE MISIONERO

Llama la atención cómo la misma sociedad a la que le cuesta valorar la labor que realiza la Iglesia aprecia el trabajo humanitario y evangelizador de los misioneros y misioneras. Su entrega, servicio y generosidad son el contrapunto del gran pecado de la indiferencia. El testimonio de sus vidas y, en ocasiones, de sus palabras ha alcanzado tal reconocimiento social que hasta las voces más recalcitrantes enmudecen y les otorgan un “estos son distintos”, cuando en realidad los misioneros son Iglesia que vive las exigencias del Evangelio.